Es una pena que muchos no aprendan de la Historia y simplemente se dediquen a cagar en un calcetín y moverlo en hélice. Tanto que dicen estar contra el fascismo y en realidad son los fachas modernos. A ver si esto os suena de algo...
Acusa a la otra parte de aquello de lo que tú eres culpable. Os suena?
Justo Serna
Cataluña.
Una serie de catastróficas desdichas
En un viejo libro de Jean-Marie Domenach titulado La propaganda política, que no me canso de citar, se fijaban las reglas de la manipulación.
La primera –y más significativa– es la
regla de la simplificación, regla del enemigo único, también llamado método de contaminación: un ideólogo o un partido o un movimiento sugieren que las divisiones de sus adversarios no son sino artificios destinados a confundir al pueblo y que en realidad esos enemigos sólo son uno. El Estado español es una institución lo suficientemente genérica, abstracta, como para endosarle todos los males que nos acaecen o que presuntamente nos infligen.
La segunda regla es la de la
exageración o desfiguración. Se trata de inflar todas las informaciones que son pertinentes a los propios intereses hasta el punto de esquematizar y estigmatizar al oponente. La agitación y la propaganda basada en un victimismo lacerante o imaginario hacen mucho bien para la causa.
La tercera era la que Domenach llamaba regla de
orquestación, es decir, el primer requisito que exige una buena propaganda es la repetición infatigable de ciertos temas. “La propaganda ha de limitarse a un pequeño número de ideas y a repetirlas incansablemente”, añadía Domenach.
“La masa no recordará las ideas más simples si no es a fuerza oírlas centenares y centenares de veces”, dijo un clásico del totalitarismo. Pues bien, los líderes del independentismo repiten machaconamente unas cuantas ideas sustentadas en pocos, en escasísimos argumentos y en unos pocos y utilísimos sentimientos.
La cuarta regla descrita en La propaganda política es la que Domenach llamaba regla de
transfusión: la propaganda eficaz no inventa de la nada, no crea algo inexistente o enteramente falso. Al contrario opera sobre un sustrato preexistente de ideas, sentimientos o necesidades, una serie de preocupaciones o de evidencias de la ciudadanía que, debidamente transferidas y manipuladas, parecen ser evidentes y propias.
La quinta regla es la que llamaremos de
unanimidad o de contagio. Resulta evidente que las opiniones antagónicas no subsisten en el ideario del individuo si no hay una presión de los grupos sociales a los que pertenece o a los que da crédito. Se trata, por tanto, de cooptar a distintos sectores para que contagien a los fríos o a los indiferentes.
A Domenach se le olvidó añadir: para que la manipulación triunfe nada mejor que
las torpezas del adversario. Su inacción o su acción vivida como ultraje resultan utilísimas. Cuando la gente sale a la calle masivamente, eso no significa que se tenga la razón, pero al final lo cierto o lo real es lo que la gente cree que es cierto o real, porque eso que se cree cierto o real provoca efectos, trae consecuencias.
Desastrosas consecuencias.
) también lo mío es una forma de decir "disfruten lo votado", pero sobre todo, porque no me gusta nada el PP y tengo derecho a decirlo, y cuando supe que enviaban cientos de policías y guardias civiles, supe que esta no era una buena idea, y que nadie iba a hacer nada para remediarlo... Por tanto, sí, hoy sólo me apetece decir "buuu PP, buuu..."
