Una maravilla de simbiosis.
La mar brava.
La madera simulando a la vez un barco que recuerda travesías en busca de nuevos mundos y sugiere aventuras deportivas o solitarias.
La música que surge de las cuatro cuerdas del instrumento que deleita a los que la escuchan y colma de satisfacciones al que la crea.
Las velas que recuerdan al viento, fuerza de la naturaleza que impulsa los foques amarrados al bauprés y las cuadras del trinquete, mayor y mesana y gavias, juanetes y sobrejuanetes, que el pintor ha decorado con pentagramas que sirven para traducir los sonidos y el ritmo a un lenguaje que permita la comunicación entre el autor y los intérpretes.
En definitiva una mixtura de naturaleza mar, viento, colores que han sido dominados por un ser humano con aplicación de unos conocimientos y unas habilidades plásticas que han tenido como resultado una atractiva obra de arte pictórica.
Y hasta aquí puedo leer....